No fue la mejor noche para el portugués. Además de luchar contra el Deportivo, tuvo una batalla constante cerca de su banquillo con el cuarto árbitro del encuentro. Incluso Chendo tuvo que mediar para que la cosa no fuese a mayores.
Ni los palos de Aranzubía, ni las paradas del riojano, ni siquiera "los que ponen las horas". El peor enemigo del portugués en Riazor estaba muy cerca del banquillo.
No fue la noche del portugués. Primero, en Riazor se recordó a modo de revancha sus declaraciones hace varios años cuando, como entrenador del Oporto, eliminó a los gallegos. Además, tuvo una batalla con el cuarto árbitro durante todo el encuentro.
La relación entre José Mourinho y los árbitros no pasa por su mejor momento. Si esta misma semana cargaba contra quienes ponían los horarios y admitía que no se mide a todos con el mismo rasero, el partido de Riazor sirvió para evidenciar la tensión entre los colegiados y el entrenador madridista.
Las decisiones del Fernández Borbalán fueron minando la moral de Mourinho, que no paraba de salir de su zona técnica para protestar. Esto provocó que tuviese que actuar Alfonso Vicente Moral, cuarto árbitro del encuentro.
En una primera jugada polémica a los tres minutos de partido, Mourinho se acercó al auxiliar y le puso la mano en el hombro. Vicente apartó la mano del portugués y le pidió que volviese a su banquillo.
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