Hace ya casi once años Gary Lineker nos dejó una perla en forma de frase: "El fútbol es un deporte inventado por los ingleses en el que siempre gana Alemania".
Visto lo visto ayer en el Erns Happel, estadio siempre recordado porque España obró el milagro de vencer al conjunto germano en la final de la Eurocopa de 2008, razón no le faltaba al británico.
El equipo de Löw ganó ayer a Austria sin despeinarse, sin apenas sudar, al más puro estilo Federer. Dos apariciones de Mario Gómez fueron suficientes para que los tres puntos volasen a tierras alemanas.
La primera en el minuto 44. El delantero del Bayern aprovechó un córner mal defendido por la zaga austriaca para adelantar a su equipo. Casi sin querer, porque pasaba por allí. La segunda fue más dolorosa.
Cuando el partido agonizaba se escondió detrás de un defensa para rematar de cabeza el pase de Lahm. Era su gol 45 en lo que llevamos de temporada entre la selección y su club. Muy cerquita de los 53 de Cristiano y Messi y sin hacer ruido.
Antes y después de los goles germanos hubo partido. Austria necesitaba ganar para no despedirse casi definitivamente de la próxima Eurocopa y Alemania pensaba ya en las vacaciones tras haber hecho los deberes.
Por eso, cuando los austriacos empataron al inicio de la segunda parte, ni se inmutó. Ni tan siquiera echó de menos el juego entre líneas de Özil, que lo intentó aunque se mostró falto de gasolina, o el fútbol físico de Khedira, menos físico tras seis semanas parado.
Alemania tiene el pase en el bolsillo y Löw un grupo de jóvenes valores que va camino de hacer grandes cosas. De eso no me cabe la menor duda.
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