Tras el ruido del día después, llega la reflexión del día siguiente. La eliminación del Real Madrid de la Champions League quedó marcada por la actuación arbitral, pero una vez despejada la niebla de la polémica, la lógica del balón impone su norma y apunta a un culpable más al descalabro blanco: José Mourinho.
Quede dicho de antemano que las críticas al entrenador no portugués no desactivan el debate de los aciertos o desatinos de los colegiados que repartieron justicia en los dos duelos europeos ante el Barcelona.
Sin embargo, que un trencilla haya estado mejor o peor no debería ocultar (más en un club de la entidad del Real Madrid) la autocrítica interna que tan grande ha hecho a los más grandes de Europa.
Dicho esto, sería de necios no admitir que buena parte de lo ocurrido, buena parte de culpa en la eliminación (pongan ustedes el porcentaje) la tiene Mourinho y su catenaccio luso, especialmente en el partido de ida en el Bernabéu, dónde no sólo echó a perder la primera mitad del partido, sino que tampoco supo reaccionar tras la expulsión de Pepe.
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