Las rachas positivas son algo más que pura suerte. Detrás de todo hay un por qué y una razón de ser, y como casi siempre, nuestro cerebro tiene mucho que ver. Así se deduce de un estudio de la Universidad de Massachusetts, que ofrece nuevos indicios sobre la forma en que aprendemos de las experiencias positivas y como éstas pueden definir nuestro futuro.
¿Carne de cañón de las rachas?
"El éxito influye sobre el cerebro mucho más que el fracaso", afirma Earl Miller, neurocientífico del Instituto de Tecnología de Massachusetts, que dirigió la investigación. Miller explica que los fracasos quedan impunes, mientras que los éxitos hacen saltar las alarmas y generan un placer que nos predispone al éxito.
El grupo de la selección española que conquistó la Eurocopa 2008 vivió el que hasta hace pocos días era el mayor logro del fútbol español y lo hizo además con el reconocimiento de todos. Y según nos indica este estudio, aquel triunfo y su repercusión sentó científicamente la conquista del Mundial de Sudáfrica.
Aprender del fallo y canalizar el triunfo
Este sentimiento de éxito provoca en el cerebro una oleada del neurotransmisor dopamina, que transmite a las neuronas que acaban de dar con un filón de oro, con el elixir del triunfo. Tal y como afirma el estudio, haríamos bien en prestarle más atención a nuestro cerebro y en animarle conscientemente a aprender del fallo un poco más de lo que haría espontáneamente y a canalizar las buenas rachas.
Iker Casillas, David Villa, Gerdad Piqué y compañía conquistaron la Copa del Mundo bajo el efecto de una ráfaga positiva sin precedentes, demostrando que los secretos del cerebro son inescrutables y que, al margen de cabezazo de Carles Pujol ante Alemania, el cerebro de La Roja funcionó como nunca.
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