‘El Larguero’ reveló que la mala relación entre Casillas y Cristiano Ronaldo comenzó el pasado 20 de septiembre de 2010. Sara Carbonero, el rostro de los deportes de Telecinco, tachó a Cristiano Ronaldo de egoísta en el campo en su participación en ‘El Programa de Ana Rosa’.
Las valoraciones de Sara Carbonero crearon un debate social en el que las opiniones a favor y en contra coincidían en un punto: todo esto perjudicaría a su novio, compañero de vestuario del criticado. Según José Ramón de la Morena, así fue, ya que ese mismo día Cristiano Ronaldo escribió un mensaje de móvil a Iker Casillas pidiéndole explicaciones. El capitán le contestó que el trabajo de su novia conlleva dar su opinión.
Cristiano Ronaldo no se quedó conforme con lo dicho por Casillas y la distancia entre ambos comenzó a engrandecerse. En esa época, el delantero portugués hacía frente a las críticas sobre su excesivo juego individualista, las pitadas del propio Santiago Bernabéu y la supuesta ansiedad por no encontrarse con el gol.
Dos días más tarde del comentario de Sara Carbonero, el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, decidió intervenir en la polémica y llamó a Pardeza, Valdano y a ambos jugadores para solucionar el conflicto, según la SER.
Antes del calentamiento previo al partido contra el Espanyol, los tres altos cargos del Real Madrid pusieron el video íntegro de ‘El Programa de Ana Rosa’ en el que Sara Carbonero hacía el comentario con el objetivo de que Cristiano Ronaldo entendiera que no era para tanto. Sin embargo, el portugués no quedó convencido.
Según las fuentes de la cadena, desde ese día Iker Casillas y Cristiano Ronaldo rompieron una buena relación para pasar a tener un trato cordial ante los medios y frío en el vestuario. Este hecho dividió al resto de la plantilla del Real Madrid de forma progresiva y lógica.
Aunque Cristiano Ronaldo recuperó el gol y a la grada madridista, la relación con el resto de compañeros es prácticamente nula a excepción de Marcelo, Pepe y Ángel Di María. Así se ha visto en los últimos partidos en los que un solitario Cristiano celebra los goles con los brazos abiertos esperando eternamente los abrazos de sus compañeros.
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