Los donostiarras salieron muy enchufados y con las ideas claras ante un Atlético reservón que parecía intimidado por el ambiente que se vivía en el campo realista.
Se puso el partido de cara muy pronto para los locales que, en su primera llegada al área rival, sacaban petróleo en forma de gol, al introducir Ujfalusi el esférico en su portería muy presionado por la presencia intimidatoria de Joseba Llorente, al que podría otorgársele medio tanto.
Disputó treinta minutos de auténtico nivel el equipo que entrena Martín Lasarte pero cuando mejor lo tenía para dejar muy encarrilado el choque se echó atrás fruto de la presión rojiblanca y empezaron los problemas.
Cierto es que el Atlético de Madrid no tuvo ocasiones de gol claras en el primer tiempo, Forlán estuvo muy controlado y alguna acción aislada de Agüero, una sobre todo en el minuto 30, fue lo más cerca que estuvo el empate.
PRESIÓN ROJIBLANCA
Incrementó su presión el equipo de Quique Sánchez Flores en la segunda mitad ya que los donostiarras, conformes con el resultado, prefirieron contemporizar, algo que puede pasar una cara factura cuando enfrente está un equipo de la calidad del madrileño.
Después de dos avisos, uno de Thiago y otro de Agüero, y cuando los donostiarras demandaban un penalti en el área atlética se montó la contra gestionada por el propio Agüero que, tras escorarse y atraerse a los centrales blanquiazules, hizo un centro medido para Forlán y éste empató el encuentro.
El Atlético de Madrid va muy en serio esta temporada y no conforme con este resultado siguió acechando la portería de Claudio Bravo y, en tres minutos, dio la vuelta al marcador con dos tantos de Agüero que formó una sociedad letal con el uruguayo Forlán.
Rivas a cinco minutos para el final estableció el 2-3 que dio algo de emoción a los últimos minutos hasta que Simao, de penalti tras gran jugada de Reyes, puso el broche al gran partido de su equipo.
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